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Sahumerios y arrebatos

El acojonamiento climático y sus beneficios fotovoltaicos.

Creo que no hay duda de que el proceso mundial de acojonamiento climático tiene una finalidad, y no es salvar al planeta de los desmanes de sus habitantes, de algunos porque yo por ejemplo no soy de esos. El objetivo último  de tanto acojonar al personal con la fin del mundo climática no es otro que hacer pasta y cuanto más gansa mejor. Que yo sepa nadie ha cuantificado aún cuantos beneficios genera el nuevo sector económico del apabullamiento climático pero debe ser alucinante ya que solo en el subsector de la plantación de placas solares por esos campos de Dios significa en España un despiporre de millones tal que hasta se han dado cuenta los responsables políticos del tema de que las sanguijuelas climáticas han engordado sus bolsillos demasiado, teniendo que parar el chorro de millones de euros que iban de nuestros bolsillos a los suyos vía recibo de la luz.

Hoy el diario Público publica un artículo sobre la energía fotovoltaica en España y lo titula “La burbuja fotovoltaica, a punto de pincharse”. Es curioso observar el momento en que los concienciados climáticamente que han estado soltando nuestra pasta a los vividores del calentamiento global, se dan cuenta de que están alimentando sanguijuelas y dan marcha atrás. Jamás entonan un mea culpa, nunca nos prometen que semejante despilfarro no se volverá a repetir, ni se les pasa por la cabeza hacer un minuto de autocrítica, tan solo y como mucho, cierran temporalmente el grifo pero justo hasta que se les ocurra otro sistema de alimentar con fondos públicos el negocio del acojonamiento climático sin que se note tanto.

En España plantar placas solares por los secarrales era más rentable que muchas de las inversiones punteras en rentabilidad. Ni más ni menos que los bancos españoles garantizan en esas inversiones una rentabilidad del 9%, que no es moco de pavo y encima los beneficios son ecológicos y verdes, lo que aporta una patina de prestigio que no aportan las inversiones en el ladrillo, por ejemplo.

Según mi percepción, estudio y análisis de la economía mundial, y avisando que ni soy buen preceptor, ni estudioso y menos analista económico, es que el sector económico más pujante, más rentable y más importante en este planeta es el que yo llamo industria del “por si acaso”. En ella se incluyen todos esos miles de productos que no valen absolutamente para nada y que prometen todo pero que la gente no obstante compra por si acaso fuese verdad lo que hacen o prometen. Se incluyen esos miles de recetas, sistemas por los que la gente paga por si acaso es verdad que con ellos van a salvar su alma o su cuerpo o su planeta.

Cada día hay más dudas acerca de la validez de las predicciones climáticas de los acojonadores  del calentamiento rentable, pero la gente, por si acaso fuese verdad que nos estamos cargando el planeta pagan gustosos todo lo que se les pida por si acaso con su aportación pueden salvar al planeta del desastre.

Este año vamos a pagar 133.000 millones de pesetas a los cultivadores de paneles solares, se dice pronto, y todo para que algunos pueden dormir tranquilos por las noches convencidos de que están salvando el planeta. Como esa bestialidad ya parece demasiado, Zapatero va a recortar el pienso a estos listillos, que al parecer no piensan en el planeta al hacer sus plantaciones sino solo en ganar pasta de papanatas.

Nadie me dice cuanto CO2 ha dejado España de emitir con ese gasto de 800 millones de euros, pero estoy seguro de que cada gramo de CO2 que no hemos emitido nos ha costado tantísimo que ni se paran a calcularlo, aunque igual con ese esfuerzo que hemos hecho hayamos conseguido que la temperatura del planeta no suba 0,000000025 grados. Como parte de ese dinero es mío, yo ya puedo dormir con la alegría de saber que el planeta, gracias a mi tardará en fastidiarse completamente 0,0034 segundos más. Estupendo.

Documentación.

Público. La burbuja fotovoltaica, a punto de pincharse

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