El cambio climático ya no acojona, muta a cambio global.
En aquellos buenos tiempos de finales del siglo XX era fácil acojonar climáticamente al personal con el ogro antropogénico del calentamiento global producido por nuestro CO2. La buena racha para los alarmistas acojonadores climáticos se les empezó a terminar cuando las temperaturas no siguieron subiendo como en los últimos años del siglo XX y tal y como predecían sus modelitos computacionales. Viendo que el personal podría pensar que tal vez fuese verdad que los cambios en el clima no dejaban de ser procesos naturales y cíclicos, los expertos en el acojone global cayeron en la cuenta que lo mejor era ampliar el concepto para que englobase cualquier tipo de cambio en el clima, fuese del tipo que fuese, para así barrer siempre para el catastrofismo climático antropogénico. De esa realidad surgió el nuevo monstruo súper acojonador del cambio climático.
Se las prometían muy felices porque era físicamente imposible desmontar la gravedad que implicaba el cambio global, ya que a partir de ese gran momento las sequías, las inundaciones, la falta de lluvias, los fríos extremos, las lluvias profusas, las calores achicharrantes, los huracanes, las grandes y persistentes nevadas, la extensión y reducción de las superficies heladas, la falta de nevadas, en fin, todo absolutamente todo lo que ocurría con el clima era provocado por el cambio climático que la maldad del hombre estaba originando. No obstante, tanta felicidad se acabó también al surgir el Climategate y descubrirse las grandes pifias acojonadores del cuarto informe del IPCC. Simplemente salió a la luz la gran verdad, los acojonadores climáticos nos estaban mintiendo y falseaban todo los falseable para hacer realidad la entelequia del cambio climático.
Hacía falta urgentemente un nuevo concepto que acojonase más que el calentamiento global y que el cambio climático, un nuevo leviatán maligno, y nada mejor que un mix de maldades del hombre, un totum revolutum antropogénico que englobase el cambio climático, la deforestación, al mal uso del suelo, del agua y de los recursos naturales, la caída de la biodiversidad, la contaminación de cielos y mares, la dispersión de especies invasoras por culpa del hombre, etc. Con esa brillante idea ya nadie volvería a dudar nunca jamás de la culpabilidad del hombre, pues si es cierto que es responsable del mal uso del suelo, ¿cómo no lo va a ser del cambio climático?, si por culpa de las actividades humanas la biodiversidad corre peligro no puede quedar ninguna duda sobre su culpabilidad en el cambio climático.
Si la iniquidad humana está llenando los mares de plásticos que masacran la fauna marina, ¿quién va a osar a desmentir que esa misma humanidad está cambiando el clima con su CO2?
Todo ese conjunto de depravaciones humanas, toda esa vileza antropogénica con la naturaleza se ha bautizado como Cambio Global, aunque de manera más técnica debería denominarse Cambio global antropogénico. Eso indudablemente acojona que te desneuronalizas y ahora ya no podemos llamar a esos alarmistas catastrofistas como acojonadores climáticos puesto que han mutado a Acojonadores globales.
El diario El País, medio acojonador por excelencia, ya comienza a utilizar el concepto en sus artículos. Hoy publica uno sobre el impacto del hombre en las migraciones de las aves, lo titulan “El cambio climático desorienta a las aves migratorias”, pero ya en la primera línea atribuye la cosa al cambio global:
“Los cambios en la fecha y ruta de las migraciones de aves que causa el cambio global están reduciendo la reproducción de varias especies y, en algún caso, su supervivencia,”
La gran pregunta que uno se hace es ¿cuando el cambio global ya no acojone, qué nos sacarán que sea súper mega maxi híper supra extra acojonador?, yo sigo con mi convicción de que le tocará en algún momento el turno al congelamiento global por culpa de las actividades frigoríficas de origen antropogénico.
Alguien debería calcular cuántos cientos de miles de millones de dólares se han llevado y tirado a la basura con toda esta pamema.
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