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Sahumerios y arrebatos

Teresa de la Vega, hermanita de los pobres.

Todos tenemos en la retina la imagen de aquellas señoronas ricachonas de antaño que cuando salían a la calle para ir a misa o a otros menesteres iban acompañadas de uno o más sirvientes con dádivas que la dama de posibles iba repartiendo a los pobres que encontraba  a su paso. Reconozco que nuestra vice presidenta no encaja en la imagen, más que nada porque ella no sale cargada de hogazas de pan ni legumbres secas, ella cuando sale a pasear por el tercer mundo se parece más a una multimillonaria hermanita de los pobres, modesta, deseosa de hacer el bien, con infinitas ganas de solucionar problemas y con un recato tal que jamás nunca nadie se entera de los donativos que dona  como donante solidaria.

21.796 millones de pesetas ha entregado a los pobres en este último viaje y es tan pudorosa y sencilla en sus gestos que no solo lo ha hecho sin publicidad sino que no ha permitido que los agraciados con nuestros millones le levanten una estatua con un pan en la mano que alarga a un famélico. Son casi 22.000 millones de pesetas el montante de su abnegada entrega a los pobres y necesitados del mundo, alguien debería instar a las altas instancias mundiales para que se la honrase como merece por su desprendimiento. Nuestra Teresa de la Vega, hermanita de los pobres, es una incomprendida en su país, no solo por ser mujer, muestra del machismo residual que aun impera en España, sino por la tradicional envidia nacional. Se la envidia por su comedimiento a la hora de hacer sus obras de caridad, perdón, perdón, sus obras de solidaridad; se la envidia por la naturalidad con la que consigue que su mano derecha no sepa los millones que dona su mano izquierda, se la envidia en fin porque está arreglando los descosidos del mundo con puntadas millonarias dadas  con una habilidad rayana en la maestría.

Su probidad es digna de elogio, su magnanimidad es merecedora de aplauso, su entrega a los que menos tienen es propia solo de los grandes munificentes de la historia, su sencillez en el vestir solo es comparable con aquella otra gran mujer llamada Teresa y que hacía sus solidaridades por Calcuta. Solo le falta una cosa que Zapatero debería solucionar ya mismo para que la labor de la señora tuviese el significado que todos queremos que tenga. ZP debería instar al Rey a que le concediese el título nobiliario de Marquesa de Todolodoy.

Poder decir “la marquesa ha salido de donativos”, o “la marquesa está haciendo una gira solidaria”, o “la señora marquesa no puede ponerse porque está de reparto”, poder decir eso sería de gran ayuda, no sé para quien pero lo sería. Ah, sí, para los caricaturistas. ¿Cuánto va a tener que donar para que se le reconozca su humanitaria labor con un título nobiliario?

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