Solo ante el peligro del girasol
Son las 10 de la mañana, he bajado con mucha precaución a la cocina y he sacado del armario mi botella de aceite de girasol. Tras mi valiente acción la botella de momento no ha reaccionado, se mantiene muda, no siento su amenaza pero en cierto modo me impone su capacidad para minar mi salud. Ya surge la primera duda pues no se si esta botella tiene esa capacidad de minar o lo que tiene es solo un leve potencial para generar en mí ardores estomacales no letales. Por si acaso, pongo la botella en un cubo de fregona vacío y subo con ella a mi habitación para escribir esto. Coloco la botella encima de mi mesa frente a mí para intentar averiguar si puedo utilizar el aceite que contiene o tengo que llevarlo a algún lugar especial para su descontaminación y posterior utilización, porque yo no quiero perder mi aceite que es mío.
Busco información por la red para averiguar si mi botella de aceite está libre de riesgos y me entero que el ministro no ha dado la lista de marcas contaminadas, lo más que han hecho es dar una lista de las marcas deglutibles sin peligro. Voy a la lista que proporciona el diario El Mundo con 200 marcas ya freibles y no encuentro la de mi botella que no diré que es de la marca Top Budget para no penalizarla ya que igual la marca Top Budget, que no pienso mencionar jamás, no ha utilizado aceite contaminado ucraniano.
Ante la falta de información sobre mi botella de aceite de girasol sigo leyendo y accedo a una información de la presidenta del Consejo Nacional de Consumidores, Francisca Sauquillo, que me recomienda en mi caso, al no estar mi botella en la lista de marcas libres de toda sospecha, una de estas tres opciones: “consumirlo normalmente porque no hay riesgo de toxicidad aguda, esperar y 'retenerlo' hasta conocer la lista definitiva de marcas 'limpias' o bien devolver las botellas a su supermercado.”
Hay que joerse, ya solo el nombrecito del organismo me mosqueó, eso de Consejo Nacional de no sé qué. Pero que la señora doña Francisca Sauquillo tenga los santos bemoles femeninos de recomendarme que me zampe mi botella de girasol porque no hay riesgo de toxicidad aguda, vamos, que no voy a espicharla pero que me puede dar un pipirijate de tono menos grave, pues que clama al cielo del pitorreo la cosa.
La segunda opción, la de vivir en un sin vivir en mi, mirando todos los días la lista actualizada de marcas libres de peligros para ver si puedo por fin freír las dichosas empanadillas o no freírlas, pues no es algo que me tranquilice, porque yo quiero comer hoy empanadillas, ya que estoy en mis derechos constitucionales.
He optado pues por llevar la botella al súper de origen, explicarles lo que dice la señora Sauquillo y ver que me la cambien por otra que esté en la lista y con la que pueda freír mis empanadillas que es lo único que deseo yo.
Eso si, debo decir que tras esta cosa del aceite de girasol que traen de Ucrania en petroleros que un día llevan petróleo y otro aceite, me siento más seguro, protegido y tranquilo pues la eficacia, claridad, prontitud, y seguridad con la que los chicos de Zapatero han llevado el asunto le hacen a uno sentirse bien gobernado. Aunque ahora que lo pienso, igual esta gastroenteritis que me lleva por el camino del excusado puede que sea cosa de los hidrocarburos no tóxicos. Tendré que investigármelo.
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Anónimo -