El avaro que era alérgico al oro
Nació con un pan bajo el brazo, aunque se mojó cuando su madre rompió aguas.
Creció ganando al monopoly.
Se hizo mozo pensando en aprender un buen oficio, eligió el de chulo putas.
Con su primer millón no montó un puticlub de carretera como todos esperaban, sino que se afilió al PSOE invirtiendo su millón en Filesa. Ahí adquirió su reputada fama de tener vista de lince para los negocios.
Con sus primeros cien millones fundó una pequeña empresa constructora a la que la Junta de Andalucía concedió el cuarto tramo de la autovía Granada Sevilla. Rebajando de aquí y de allá consiguió sus primeros mil millones.
Aquí le empezó a ir todo mal, durante el negro período de gobierno de Aznar, no invirtió en nada esperando tiempos mejores.
Su único vicio conocido era comprar todos los días el periódico El País en el quiosco de la esquina. y consumir sopas de sobre, su alimento básico.
Su máxima ilusión, desde que en su infancia conoció al Tío Gilito, fue atesorar sus millones en oro, pero resulto que era alérgico y no podía amasar su fortuna tal y como había visto hacer a su gran héroe.
Cuando los suyos volvieron al poder, empezó a consultarles para ver donde invertía sus mil millones. Tras muchas ideas fallidas, el mismísimo Zapatero le aconsejó invertir en la Alianza de Civilizaciones. Sin dudarlo así lo hizo y se labró con ello su ruina.
El hijo de Kofi Annan, que había sido nombrado tesorero de la Alianza de Civilizaciones extravió sus mil millones de la forma más tonta, tan tonta que jamás se supo como los perdió.
Desolado, deprimido, abatido, triste y amargado decidió poner fin a sus días y por fin descubrió la ventaja de ser alérgico al oro. De su fortuna solo le quedaba un Doblón de oro que conservaba en su caja fuerte. Con él en el bolsillo y bien envuelto se dirigió a un taller de carpintería metálica.
Allí le hicieron pequeñas virutas su último consuelo. Se dirigió a un bar próximo, pidió un sopinstant que le sirvió para facilitar la ingestión de las áureas virutas.
Fue a cruzar la calle para ir a su casa en donde había decidido pasar a mejor vida, concentrado en sentir los primeros síntomas de su deseado Shock anafiláctico no advirtió la proximidad del autobús de la línea 8 que estaba doblando la esquina en su dirección. Su último pensamiento fue....... no está mal, quise morir con un Doblón de a ocho, y me ha chafado el ocho doblón
Zapatero no fue a su entierro porque estaba en la ONU en un grupo de estudios que intentaba aclarar al mundo qué era una alianza de civilizaciones.
(Orel, 30 de septiembre de 2005)
Creció ganando al monopoly.
Se hizo mozo pensando en aprender un buen oficio, eligió el de chulo putas.
Con su primer millón no montó un puticlub de carretera como todos esperaban, sino que se afilió al PSOE invirtiendo su millón en Filesa. Ahí adquirió su reputada fama de tener vista de lince para los negocios.
Con sus primeros cien millones fundó una pequeña empresa constructora a la que la Junta de Andalucía concedió el cuarto tramo de la autovía Granada Sevilla. Rebajando de aquí y de allá consiguió sus primeros mil millones.
Aquí le empezó a ir todo mal, durante el negro período de gobierno de Aznar, no invirtió en nada esperando tiempos mejores.
Su único vicio conocido era comprar todos los días el periódico El País en el quiosco de la esquina. y consumir sopas de sobre, su alimento básico.
Su máxima ilusión, desde que en su infancia conoció al Tío Gilito, fue atesorar sus millones en oro, pero resulto que era alérgico y no podía amasar su fortuna tal y como había visto hacer a su gran héroe.
Cuando los suyos volvieron al poder, empezó a consultarles para ver donde invertía sus mil millones. Tras muchas ideas fallidas, el mismísimo Zapatero le aconsejó invertir en la Alianza de Civilizaciones. Sin dudarlo así lo hizo y se labró con ello su ruina.
El hijo de Kofi Annan, que había sido nombrado tesorero de la Alianza de Civilizaciones extravió sus mil millones de la forma más tonta, tan tonta que jamás se supo como los perdió.
Desolado, deprimido, abatido, triste y amargado decidió poner fin a sus días y por fin descubrió la ventaja de ser alérgico al oro. De su fortuna solo le quedaba un Doblón de oro que conservaba en su caja fuerte. Con él en el bolsillo y bien envuelto se dirigió a un taller de carpintería metálica.
Allí le hicieron pequeñas virutas su último consuelo. Se dirigió a un bar próximo, pidió un sopinstant que le sirvió para facilitar la ingestión de las áureas virutas.
Fue a cruzar la calle para ir a su casa en donde había decidido pasar a mejor vida, concentrado en sentir los primeros síntomas de su deseado Shock anafiláctico no advirtió la proximidad del autobús de la línea 8 que estaba doblando la esquina en su dirección. Su último pensamiento fue....... no está mal, quise morir con un Doblón de a ocho, y me ha chafado el ocho doblón
Zapatero no fue a su entierro porque estaba en la ONU en un grupo de estudios que intentaba aclarar al mundo qué era una alianza de civilizaciones.
(Orel, 30 de septiembre de 2005)
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