Publicidad verde, publicidad de risa y discriminadora.
Lo verde vende, eso lo saben muchas empresas que utilizan la cosa de la salvación del planeta de la vesania (PL) humana como argumento de venta. Ejemplos hay a miles, a cual más estúpido, y todos vienen a cantar la misma milonga, si compras esto mío, si utilizas esta cosa, si haces uso de este servicio, además de beneficiarte de nuestro buen hacer estarás salvando el planeta, y gratis.
Hace unos pocos día fui a mi banco que es caja, mientras esperaba haciendo cola leí los carteles publicitarios que la entidad tenía colgados por aquellas paredes y di con uno que me hizo ir a hablar con el director de la entidad para protestar por una flagrante discriminación.
En el cartel se lee:
“Acaba con las cartas, haz que esta hoja se convierta en una hoja de un árbol que permanece. A través de la Fundación Cajamar participarás en un proyecto de reforestación.”
La discriminación es evidente, ya que dicen que jamás incluirán en su plan de reforestación a la acacia, el arce, abedul, morera, nogal, castaño, haya, fresno, higuera, jacarandá, álamo, chopo, roble, sauce, tilo ni olmo. Y me pregunto el porqué de esa manía contra los árboles caducifolios. Se empeñan en reforestar solo con árboles de hoja perenne, los que tienen hojas que permanecen. Una solemne estupidez, vamos.
Y como ejemplo de esa publicidad verde que se aprovecha del papanatismo ecoambiental, aquí una foto de una furgoneta que si la utilizamos podemos hacerlo con toda la tranquilidad del mundo porque el CO2 que emite lo van a reabsorber los árboles que están plantando.
El mensaje queda claro, dado que nosotros emitimos CO2 con nuestra respiración deberíamos todos hacer el cálculo de cuántos árboles tendríamos que plantar para neutralizar ese gas tan venenoso que hasta lo bebemos con la cerveza, y plantarlos por ahí. Debo decir que yo ya he plantado los míos.
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