Zapatero, eso hace cuatro años.
Vamos de pifostio en zapatiesta, de cortina de humo en distracción, del chocolate del loro a minucias baladíes, y así pasan los días. Ya tenemos banderín de enganche para otra movida contra lo que se quiere que la gente que se mueve lo haga, contra el señuelo, y mientras los grandes pirómanos encendiendo cohíbas con una brasa.
Reformar la Constitución para decir que no hay que gastar más de lo que se tiene salvo cuando se quiera gastar más de lo que se tiene, además de tomadura de pelo es gilipollez. Aquí andan todos proponiendo que ya que el Pisuerga pasa por la reforma constitucional que se hagan algunas más.
Yo no quiero ser menos, y propongo incluir en la Constitución la penalización a la islandesa de los políticos que nos lleven a desastres como el que vivimos u otros similares, que se evite que se vayan de rositas. Para mí, lo de irse como si no hubiese pasado nada me rebela.
La reforma constitucional propuesta por Zapatero para limitar el déficit es una prueba de su culpabilidad en esta monumental debacle. Eso, Zapatero, deberías haberlo hecho y aplicado hace cuatro años, no ahora.
Se podría preparar un pliego de cargos bien voluminoso detallando los miles de millones de euros que ha tirado ese hombre a la basura o incluso por el prurito de ser más social que nadie y arreglarlo todo soltando mil millones por aquí, cien por allá y quinientos para conseguir los votos que necesitaba en el Congreso y que él no tenía.
Como poco, tras reconocer de esa forma su responsabilidad, debería haber presentado su dimisión, ya que queda claro que en España robas tres gallinas por la noche y rompiendo un candado y te caen años de cárcel, pero destrozas un país y a disfrutar de las prebendas de todo ex presidente.
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