Un relato de política ficción.
Año 2034. En España gobierna el Partido Progresista (PP) desde hace años. Gracias a su gestión, la economía está hecha unos zorros, la oposición del Partido Centrado (PC) tiene la seguridad estadística de ganar las elecciones municipales y autonómicas que se van a celebrar en unos días. El Partido Progresista intentará, con todo lo que tiene a su alcance, evitar que ocurra lo que las estadísticas dicen.
A falta de 5 días para las elecciones se organiza una sonada protesta ciudadana, es una macro kedada de más de tres mil personas que se establecen día y noche en la Plaza de Oriente. Protestan indignados por la situación. El presidente general del Partido Progresista y jefe del gobierno desde hace 9 años, Lucanor Menarguez, intenta congraciarse con los apasionados y cabreados acampados, llegando a decirles que si tuviese unos años menos seguro que estaría en la Plaza de Oriente con ellos, que les comprendía, que reconocía que su gestión había provocado su hartazgo indignado.
Llega el sábado, día de reflexión, en la plaza, a pesar de haberse prohibido la concentración, hay 4.000 personas, hay cámaras de televisión por allí, son las 10 y poco de la mañana, se forma un revuelo, hay una chica en el suelo chapoteando en sangre, es una de las concentradas, 23 años tiene y la vida se le escapa a borbotones, la gente grita, se arremolina, las cámaras graban la tragedia, se oyen gritos de “Ese ha sido, ha sido ese” mientras ocho o diez personas señalan a un tipo malencarado que intenta escabullirse.
Dos policías que andaban cerca detienen al señalado, la gente se agolpa y con furia contenida le gritan “Asesino, asesino”. Vienen gentes que atienden a la muchacha apuñalada, intentan salvar su vida, se cerca el lugar por parte de agentes de la autoridad, se encuentra un cuchillo en el suelo.
Arturo Soler, el presunto agresor es llevado a comisaria. La chica apuñalada es llevada urgentemente a un hospital, se teme por su vida. Las televisiones cortan sus emisiones y dan la noticia. Algunas se atreven a informar de que al parecer el agresor es un conocido miembro de la extrema derecha.
Ante la puerta del hospital se concentran miles de personas, indignadas y airadas, que esperan noticias sobre la muchacha.
De fuentes de la investigación, una radio informa del nombre del presunto agresor y da su biografía, resaltando que había militado durante muchos años en el Partido Centrado. A las dos horas de la agresión hay televisiones informando que las huellas dactilares del cuchillo que lleva la sangre de la muchacha pertenecen a Arturo Soler.
Un arrebato nacional de ira contra quienes han sido capaces de auspiciar semejante barbarie se extiende por el país. Se inician concentraciones espontaneas de protesta ante las sedes del Partido Centrado. De boca en boca se corre la voz de que tal partido ha tenido algo que ver con el atentado de la Plaza de Oriente.
Son las 6 de la tarde, se anuncia la muerte de la muchacha, el dolor se hace llanto y el llanto se convierte en rabia, vehemencia y furia, Con los ánimos encrespados las concentraciones ante las sedes del Partido Centrado se convierten en un clamor al grito de ¡Asesinos, asesinos!“.
Sale por televisión, a las 11 del sábado, el presidente del Gobierno Lucanor Menarguez pidiendo calma a la población, y asegurando que aunque el presunto asesino, que ya en ese momento se ha declarado culpable, hubiese militado en el Partido Centrado, no había que presuponer que dicho partido hubiese tenido nada que ver en el atentado, que la presunción de inocencia valía también para el Partido Centrado.
Llega el día de las elecciones, un domingo airado, en todos los lugares donde votan los políticos importantes del Partido Centrado hay concentraciones de gentes gritándoles “¡Asesinos!”. En todas las televisiones se repiten desde el sábado una y otra vez las imágenes de la muchacha caída en el charco de sangre en la Plaza de Oriente junto con las de los gritos de las gentes concentradas en toda España ante las sedes del Partido centrado y desde primera hora del domingo las acompañan las imágenes de los políticos del Partido Centrado que van a votar pasando entre gentes que les gritan asesinos.
Son las 11 de la noche de ese domingo, se da ya el resultado de las elecciones con un 80% del voto escrutado tanto en las municipales como las autonómicas, la debacle electoral del Partido Centrado es histórica. La victoria del Partido Progresista es histórica.
El lunes tras las votaciones se celebra un entierro multitudinario al grito de ¡Nunca más!. Dos años después el Partido Centrado fue disuelto en aplicación de la Ley de Partidos vigente desde hacía casi 30 años.
Y todo esto pasó el año 2034. Me lo contó mi abuelo que añadía algo que jamás he entendido, decía “Otro Marinus van der Lubbe, nihil novum sub sole”
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