ZP asume ser un fundamentalista tornadizo.

ZP ha hecho de tripas con valores de izquierdas corazón compungido y ha representado su particular humillación de Canosa para lo que ha ido a la cueva de los especuladores aviesos de Wall Street que quieren hundir España y a ZP, se ha puesto de hinojos, ha entonado un falso mea culpa y se ha creído que ha engañado a los pérfidos mercados.

Lo curioso es lo que ha dicho sobre sí mismo mientras se daba golpes de pecho. El País no tiene empacho en glosarlo intentando colarnos su falaz mea culpa como otro de sus méritos.  

Repartió de forma un tanto chusca las culpas del déficit y la deuda que él ha generado. Digamos que al decir que los desequilibrios que nos acogotan se han generado en los últimos quince años está diciendo que Aznar tiene un 53,33% de culpa, Felipe González un 6,66% y él tan solo un 40%, mucho menos que el Aznar como puede verse. El señor ZP tan mendaz como siempre.

Pero lo más llamativo ha sido esta parrafada:

“El debate sobre la imposición fiscal no tiene color ideológico, la veo como un instrumento para un fin. Subir la presión fiscal puede ser progresista; bajarla, también. No tengo una visión dogmática. Si algo enseña la crisis es que las posiciones fundamentalistas normalmente conducen al fracaso”.

Durante años ZP ha mantenido una posición fundamentalmente fundamentalista, y ahí está la historia para demostrarlo, que si no había crisis, que si nunca tocaría las pensiones, que si jamás bajaría el sueldo a los funcionarios, etc. Luego nos suelta, con esa cara de mentiroso angelical, que es progresista tanto subir como bajar los impuestos, pero lo que no sabe la gente es que bajar los impuestos es progresista porque él es progresista y afirmó eso tiempo ha, y por supuesto subir los impuestos es progresista porque él es progresista y los ha subido, no cabe duda de lo acertado de sus palabras.

De todo lo dicho deduzco que en cierto modo ha asumido que él es un fundamentalista voluble, pero fundamentalista al fin y al cabo.