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Sahumerios y arrebatos

Jueces y pecatas minutas.

Tras la tan criticada, por escasa, sanción al juez Tirado, están saliendo a la luz las de los medios las costumbres auto sancionadoras en la tribu de la judicatura. En ese sector han conseguido una auténtica cuadratura del círculo ya que hasta las cosas más graves son por definición pecata minuta y así se sancionan. Como en ese ámbito abundan los especialistas en hacer sayos ad hoc y se han hecho uno que ya quisiéramos el común de los mortales. Todos los pecados, desde los muy graves para abajo tienen sanciones propias de las cosas sin importancia porque los muy cucos a la hora de sancionar no tienen en cuenta las consecuencias de las acciones que intentan sancionar.

Si yo tiro en una acera una piel de plátano y nadie se pega un costalazo con ella seré sancionado por algo contra la higiene, pero esa sanción será miles de veces más importante si alguien se resbala y se rompe la crisma. Con los jueces eso no vale, con ellos solo cuenta el tipo de pifia que han hecho pero jamás si esa pifia origina un daño nimio o bien causa una tragedia. Da igual. El desmadre en los juzgados existe, pero siempre será pecata minuta.

Vivimos en un país donde a un señor juez que intenta que otro colega dicte una sentencia que favorece a su mujer en un asunto inmobiliario de mucha pasta, en el colmo del furor justiciero, le castigaron a lo que en nuestro mundo se llama suspensión de empleo, no sé si de sueldo, por 18 meses, pero ese santo varón, justo, objetivo y neutral en su imparcialidad anda ya
  por algún juzgado impartiendo justicia. ¡Manda guevos!.

Las gentes que nos escandalizamos por ese trato de auto favor que se hacen los jueces olvidamos algo importante y que nos haría comprender en su completitud las razones de esa justicia tan particular para los que dispensan justicia y es que la honestidad y la honradez de los jueces se les supone y por tanto todos los jueces son honestos y a lo más que llegan es a cometer faltas sin importancia, mera pecata minuta.

Ahora bien, cuando hay que empapelar a un tipo como Liaño, los jueces del tribunal son capaces de leerle el pensamiento y dictar sentencia partiendo de esa prueba, pero claro es que un tipo como Liaño no era juez era un tipo vendido a la ultraderecha que osó intentar empapelar al dios laico Polanco. Aquello marcó un antes y un después, los jueces saben que mientras no se metan con quienes no se tienen que meter, hagan lo que hagan será considerado pecada minuta, pero si se meten con quien no se tienen que meter la cosa ya es un súper mega maxi extra delito merecedor de las penas del infierno mas severas.

Documentación.

Público. Los jueces se exculpan de sus errores

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