Hoy no sé de qué escribir
Hoy no se que hacer, de que escribir, todo me parece como la repetición de una vieja película ya vista cien veces, el calentamiento global sigue haciéndome pasar frió, la lucha contra ETA sigue feroz entre los contendientes PP y PSOE, Conde Pumpido continua por los titulares pidiendo perdón a ETA por no haber conseguido la liberación del pacífico de Juana Chaos, los responsables del PSOE prosiguen su combate mortal contra la bicha de sus pesadillas, Aznar.
Solo El País desentona al alabar a George Bush aunque sea de pasada en un editorial por hablar del tiempo.
En esta situación creo que debería hablar del mando a distancia que están colocando en las máquinas expendedoras de tabaco para evitar que los menores de edad se hagan con tan solicitada labor.
El otro día me percaté de lo útil del mecanismo. Estaba en un bar tomándome un desgraciado (manchado de café descafeinado con leche desnatada y sacarina) cuando un señor pidió que le diesen paso en la maquina del tabaco. El camarero pulsó el mando a distancia, el caballero le preguntó entonces a un chaval que había a su lado algo, pulsó la tecla, y le dio al muchacho el paquete de tabaco.
Tras contemplar la escena, al volver a casa, me puse a leer la ley antitabaco y ciertamente que esa circunstancia no está penada ni considerada por lo que desde aquí pronostico la creación de una nueva profesión, sacador de cajetillas de tabaco para menores.
Hecha la ley, hecho el negocio. Maquinas expendedoras nuevas a porrillo, modificación de las existentes para colocar mandos a distancia y mostradores especiales con escondites donde guardar los paquetes de tabaco en aquellos lugares donde está prohibida su venta. Y los menores siguen fumando.
Solo El País desentona al alabar a George Bush aunque sea de pasada en un editorial por hablar del tiempo.
En esta situación creo que debería hablar del mando a distancia que están colocando en las máquinas expendedoras de tabaco para evitar que los menores de edad se hagan con tan solicitada labor.
El otro día me percaté de lo útil del mecanismo. Estaba en un bar tomándome un desgraciado (manchado de café descafeinado con leche desnatada y sacarina) cuando un señor pidió que le diesen paso en la maquina del tabaco. El camarero pulsó el mando a distancia, el caballero le preguntó entonces a un chaval que había a su lado algo, pulsó la tecla, y le dio al muchacho el paquete de tabaco.
Tras contemplar la escena, al volver a casa, me puse a leer la ley antitabaco y ciertamente que esa circunstancia no está penada ni considerada por lo que desde aquí pronostico la creación de una nueva profesión, sacador de cajetillas de tabaco para menores.
Hecha la ley, hecho el negocio. Maquinas expendedoras nuevas a porrillo, modificación de las existentes para colocar mandos a distancia y mostradores especiales con escondites donde guardar los paquetes de tabaco en aquellos lugares donde está prohibida su venta. Y los menores siguen fumando.
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