No me resisto a no ponerlo
Dando vueltas por Internet encontré este blog:
http://www.libertaddigital.com/bitacora/lucrecio/
lo que en el leí me estremeció por dos motivos, por lo que dice y porque no soy el único loco que intenta que salgamos del camino de la desolación que nos hen hecho emprender.
No me resisto a poner aqui dos parrafos del para mi desconocido Lucrecio:
Lucrecio, el otro, abría así el libro II de su De rerum natura, uno de los no más de seis o siete imprescindibles en la universal biblioteca: Suave mari magno turbantibus aequora uentis, / e terra magnum alterius spectare laborem... “Dulce es, cuando sobre el vasto mar los vientos revuelven las olas, / contemplar desde tierra el penoso trabajo de otro”. Feliz, Lucrecio. Mas al rodar tumultuoso de las olas de estos días, nadie escapa. Somos presos todos, en este país, de un cataclismo primordial que amenaza arrastrarnos al fondo. Y una calma glacial nos sobrecoge. Como si cada uno quisiera convencerse de que con él, sólo con él, no va ese espanto.
Una partida de mamporreros, protegida por la impunidad que un mancillado carnet parlamentario daba a un Gauleiter (ERC, Achtung!) experto en violación de domicilio, asaltó ayer la sede de la COPE en Madrid: ¡Vivan las cadenas! Y el Presidente del Gobierno dio su respaldo a los dos diputados asaltantes, porque nunca, dijo se permitiría dudar del amor a la libertad de sus aliados políticos. Esto es, cada vez más, Berlín 1934. Tampoco esta vez parece que casi nadie sea consciente de lo que vendrá; de lo que ya ha venido. El nacional-socialismo crece así (no escribo creció, escribo crece): sobre la indolencia de una ciudadanía que dormita lentas digestiones en tibia madriguera que el televisor acuna. Para cuando despierten, será demasiado tarde. Y el dolor se habrá asentado. Y cualquier cosa que sea lo que venga luego, no podrá sino tener el áspero sabor de las grandes catástrofes. Y habrá que preguntarse: ¿por qué dejamos hacer, por qué suicida indolencia permitimos, abúlicos, que se llegara a esto…? Hubiera sido tan sencillo pararlo en seco en sus primeras horas. Cuando era sólo huevo esta serpiente que hoy nos estrangula. ¡Pero los huevos de serpiente tienen un aire tan inofensivo! Se diría que son sólo un bien lacado juguete para niños.
NOTA: este texto lo he sacado de la página indicada al principio.
Gracias Lucrecio.
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