El País de los pencos de la mala fe y los borricos de las malas artes.
De un tiempo a estas partes se ha perfilado como incuestionable un nuevo rasgo idiosincrásico del diario El País, el de la clamorosa torpeza que manifiestan muchos de sus plumillas a la hora de manejar dos de las armas de destrucción masiva de la realidad más clásicas de la casa y que les ha reportado fama y fortuna en cantidades mega millonarias. Esas dos armas, que en realidad son dos modelos del mismo instrumento básico, son la mala fe y las malas artes. En tiempos de la Prisa clásica, era prácticamente imposible apercibirse de que en un artículo estaban utilizando una de esas armas; hoy en día, sin embargo, en un significativo porcentaje de artículos, los pencos de la mala fe y los borricos de las malas artes de El País, las utilizan en una información o en la reseña de primera página y luego, dos párrafos más abajo, explican, demuestran y dan pruebas de que la afirmación, el dato o la información que acaban de plasmar es puro embeleco trufado de artimañas engañosas y seductoras supercherías con visos de martingala. ¡Hay que ser burros!
La calidad y la excelencia, características proclamadas como definitorias por el periódico, están más ajadas que sus finanzas, y no me gustaría nada que eso fuese un anuncio de la caída del imperio prisáico porque este país sin El País ya no sería este país.
El borrico de las malas artes que hoy desluce tragicómicamente la imagen del diario global, tiene nombre y apellido, se trata de Santiago Carcar y realiza su penosa faena marrullera en el artículo titulado “Las energías renovables crearán en 20 años 600.000 empleos en España”. En este caso, la tesis hecha rueda de molino que sostiene El País y Zapatero es que las energías renovables son requetebuenísimas para España, que van a ser la salvación de nuestra economía y crearán empleo por un tubo de gran diámetro. Dado que existe una tesis contraria que mantiene que las energías renovables no solo no crean empleo sino que lo destruyen, a la par que nos cuestan un riñón, un ojo, un diente, una oreja y un esternocleidomastoideo en subvenciones, se trata de descalificar esta tesis contraria sin dar argumentos de peso, sino más bien de paso.
La torpe descalificación dice:
“Pero hay polémica. Los detractores de las renovables, que los hay, han opuesto números a los números. Hace unos meses, el Instituto Juan de Mariana difundió un supuesto estudio de la Universidad Rey Juan Carlos que sostenía que cada empleo verde creado en España con subvenciones suponía la destrucción de 2,2 puestos de media”.
Acusan a los detractores de las renovables de difundir datos de un inexistente estudio, pero en el párrafo siguiente, el penco de la mala fe nos da todos los datos de ese estudio que era inexistente, demostrando que existe, por lo que se puede decir que habla de un supuesto e inexistente real y existente estudio.
“La conclusión del estudio Efectos del Apoyo Público a las Energías Renovables sobre el Empleo dirigido por el profesor Gabriel Calzada -del departamento de Economía Aplicada de la universidad- y del que se hizo eco hasta The Wall Street Journal, provocó un auténtico revuelo.”
Si estos son los sones de las trompetas del apocalipsis de la calidad para El País, Cebrián debería ponerse la trompetilla para poder oírlos y tomar cartas en el desastre, como paisólogo aficionado no deseo quedarme sin uno de mis objetivos chorras vitales. Si esto que he escrito sirve para que de nuevo vuelvan a utilizar en El País las armas de la mala fe y las malas artes con el arte y la maestría de antaño, me daré con un canto en las sinapsis.
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