30 años votando.
Cuando las primeras votaciones para el parlamento yo era joven, creo que tenía 30 años menos si las cuentas no me fallan y voté al PSOE. Yo era por aquel entonces un progre concienciado que había tenido en mis manos El Capital de Marx llegando a leer 5 páginas, que sabía tocar a la guitarra todas las canciones de Paco Ibáñez y hasta algunas de Javier Krahe, que ya es cantar. Le cantaba al comandante Che Guevara y hasta al mismísimo Fidel Castro.
Reconozco que era feliz siendo progre. El País, casi recién nacido, era mi biblia y aun seguía chutándome con Cambio 16. Debo reconocer que incluso me gustaba leer al Haro Tecglen en Triunfo. En 1982 le di mi voto por última vez al PSOE, con el caso de las corruptelas de las basuras de Madrid denunciadas por Alonso Puerta, al que dieron puerta en lugar de hacerlo con los corruptos, dejé de ser progre para siempre y por ende de votar al PSOE.
Desde el comienzo jamás he dejado de ir a votar ni una sola vez, así que a partir de 1982 votaba en blanco, pero cuando mi hija mayor cumplió 5 años comencé a cederle mi derecho al voto a mis hijos. Consideré que al menos mi voto valdría para entrenar a mis hijos en democracia. Ellos sabían que eran libres de votar a quien quisieran, íbamos al colegio electoral el día de la votación, el que tuviese que votar ese día se metía en la cabina de votar y metía la papeleta que quería en el sobre, yo le daba mi carné de identidad y nos poníamos en la cola de votar.
Al llegar a la urna, yo estaba detrás del mocoso o mocosa con cara de padre concienciado, mi hijo le daba el sobre y mi carné de identidad al presidente de la mesa, los responsables de la mesa e interventores sonreían creyendo que mi hijo evidentemente llevaba mi voto, hacían la liturgia de rigor y nos íbamos.
Al menor de mis hijos, Javier, le tocó votar en unas europeas, tendría 5 o 6 años, no recuerdo, entró en la cabina, metió su papeleta y votó. Nunca les había preguntado a quien votaban, pero esa vez intuí que si le preguntaba a Javier me enteraría de algo interesante. Le pregunto a quien había votado.
- Papá he votado a superman.
- Javier si superman no entra en estas elecciones, ¿a quien has votado entonces?
- Mira papá – me explicó el chaval – he puesto la papeleta del hombre ese que sale en la tele vestido de superman. – Evidentemente se refería a Ruiz Mateos que entre sus disfraces protesta había salido más de una vez en la tele de Superman.
- Javier, pero que tiene ese Superman para que tu le votes.
- Papá le he votado porque Superman es el que hace más cosas por la gente, ha salvado a muchos y hasta ha salvado a la Tierra.
Desde entonces estoy convencido de que es el voto más razonado y justificado que jamás se haya emitido.
Reconozco que era feliz siendo progre. El País, casi recién nacido, era mi biblia y aun seguía chutándome con Cambio 16. Debo reconocer que incluso me gustaba leer al Haro Tecglen en Triunfo. En 1982 le di mi voto por última vez al PSOE, con el caso de las corruptelas de las basuras de Madrid denunciadas por Alonso Puerta, al que dieron puerta en lugar de hacerlo con los corruptos, dejé de ser progre para siempre y por ende de votar al PSOE.
Desde el comienzo jamás he dejado de ir a votar ni una sola vez, así que a partir de 1982 votaba en blanco, pero cuando mi hija mayor cumplió 5 años comencé a cederle mi derecho al voto a mis hijos. Consideré que al menos mi voto valdría para entrenar a mis hijos en democracia. Ellos sabían que eran libres de votar a quien quisieran, íbamos al colegio electoral el día de la votación, el que tuviese que votar ese día se metía en la cabina de votar y metía la papeleta que quería en el sobre, yo le daba mi carné de identidad y nos poníamos en la cola de votar.
Al llegar a la urna, yo estaba detrás del mocoso o mocosa con cara de padre concienciado, mi hijo le daba el sobre y mi carné de identidad al presidente de la mesa, los responsables de la mesa e interventores sonreían creyendo que mi hijo evidentemente llevaba mi voto, hacían la liturgia de rigor y nos íbamos.
Al menor de mis hijos, Javier, le tocó votar en unas europeas, tendría 5 o 6 años, no recuerdo, entró en la cabina, metió su papeleta y votó. Nunca les había preguntado a quien votaban, pero esa vez intuí que si le preguntaba a Javier me enteraría de algo interesante. Le pregunto a quien había votado.
- Papá he votado a superman.
- Javier si superman no entra en estas elecciones, ¿a quien has votado entonces?
- Mira papá – me explicó el chaval – he puesto la papeleta del hombre ese que sale en la tele vestido de superman. – Evidentemente se refería a Ruiz Mateos que entre sus disfraces protesta había salido más de una vez en la tele de Superman.
- Javier, pero que tiene ese Superman para que tu le votes.
- Papá le he votado porque Superman es el que hace más cosas por la gente, ha salvado a muchos y hasta ha salvado a la Tierra.
Desde entonces estoy convencido de que es el voto más razonado y justificado que jamás se haya emitido.
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