Óvulos por las nubes, esperma por los suelos.
Según un estudio realizado por René Almeling, socióloga de la universidad de California, en Los Angeles y publicado por la revista American Sociological Review en junio, hay una flagrante discriminación, tanto en el trato de los donantes como en lo que se les paga, entre las donantes de óvulos (5.000 dólares) y los donantes de esperma (50 dólares). Se puede decir pues que los óvulos están por las nubes y el esperma por los suelos.
En un interesante artículo de Iblnews se dice lo siguiente
“Ameling encontró que es habitual que a las donantes de óvulos en ciudades grandes se les pague más de 5.000 dólares por donación, sea cual sea el resultado. Las agencias además recomiendan a las parejas que reciben esos óvulos que envíen a las donantes tarjetas de agradecimiento y aún propinas en efectivo.
Los hombres que donan esperma perciben entre 50 y 75 dólares por donación y solo se les paga cuando los especímenes satisfacen las altas normas de fertilidad que se requieren para la congelación.
Habitualmente los contratos requieren donaciones semanales durante un año, y los bancos de esperma instruyen a los donantes para que se abstengan de tener relaciones sexuales durante dos días antes de la donación.”
Cierto es que el proceso de extracción de los óvulos es más traumático y menos satisfactorio, en principio, que el del esperma. Cierto también que una mujer tiene una cantidad ínfima de óvulos no renovable si la comparamos con la cantidad de esperma que puede producir un hombre y que es renovable, pero aún así pagar cien veces más por una cosa que por la otra, y sobre todo y lo más discriminatorio, que a las mujeres les den propinas y a los hombres no, es algo por de sí llamativo.
Ya tengo un motivo más para no arrepentirme de haberme cortado la coleta en su momento. Menuda frustración sería hacerme donante y que me dijeran que soy uno más de ese 90% de donantes cuyo esperma de tan baja calidad que no es útil, y ello a pesar de que he engendrado, creo, la mitad de media docena de churumbeles. Y lo malo es que no pagan esa casi ciertra frustración, pues si el esperma no vale no pagan.
NOTA: Hijos, si leéis esto sabed que esa duda respecto a mi paternidad es pura coña.
En un interesante artículo de Iblnews se dice lo siguiente
“Ameling encontró que es habitual que a las donantes de óvulos en ciudades grandes se les pague más de 5.000 dólares por donación, sea cual sea el resultado. Las agencias además recomiendan a las parejas que reciben esos óvulos que envíen a las donantes tarjetas de agradecimiento y aún propinas en efectivo.
Los hombres que donan esperma perciben entre 50 y 75 dólares por donación y solo se les paga cuando los especímenes satisfacen las altas normas de fertilidad que se requieren para la congelación.
Habitualmente los contratos requieren donaciones semanales durante un año, y los bancos de esperma instruyen a los donantes para que se abstengan de tener relaciones sexuales durante dos días antes de la donación.”
Cierto es que el proceso de extracción de los óvulos es más traumático y menos satisfactorio, en principio, que el del esperma. Cierto también que una mujer tiene una cantidad ínfima de óvulos no renovable si la comparamos con la cantidad de esperma que puede producir un hombre y que es renovable, pero aún así pagar cien veces más por una cosa que por la otra, y sobre todo y lo más discriminatorio, que a las mujeres les den propinas y a los hombres no, es algo por de sí llamativo.
Ya tengo un motivo más para no arrepentirme de haberme cortado la coleta en su momento. Menuda frustración sería hacerme donante y que me dijeran que soy uno más de ese 90% de donantes cuyo esperma de tan baja calidad que no es útil, y ello a pesar de que he engendrado, creo, la mitad de media docena de churumbeles. Y lo malo es que no pagan esa casi ciertra frustración, pues si el esperma no vale no pagan.
NOTA: Hijos, si leéis esto sabed que esa duda respecto a mi paternidad es pura coña.
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