A propósito del sexo
Una amiga me dijo que le gustaría ver publicado en Internet algo que tenía escrito sobre sexo, aquí está.
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A propósito del sexo.
Practicar el sexo no necesita instrucciones, no obstante, nadie va a privarme de escribir sobre ello, hay personas que simplemente eligen practicarlo, otras eligen no practicarlo ni escribirlo. La libertad de nuestros días ya ha llegado a su cenit, donde antes un hombre llegaba ahora la mujer llega también.
Llevo 10 años preparando este escrito, bueno, pensando en que lo tenía que escribir, me ha llevado sólo un día pero de duro trabajo. Hecha la broma, intentaré ser lo más seria posible, al margen de que el tema lo requiera. “La vida es sexo, y los sueños, sexo son…”
“¡Que ese culo no pase hambre!”. La poesía y los comentarios burdos de los albañiles son sólo una muestra de lo que encontramos en este universo terrenal creado por un Dios que fue en extremo generoso al permitirnos disfrutar del placer del sexo.
Concedida la gracia del sexo, hay que probar sus mieles en la pipa del otro. Algunas veces, la diferencia está en los gustos. Nos convertimos en exploradores y vamos conociendo nuevos horizontes. No somos máquinas que contaminan el ambiente. Somos otra cosa. Somos más humanos.
El sexo es, sobre todo, un instante preciso donde dos puntos se encuentran, surge de ahí el chispazo que tantas veces merece una ovación.
Por una u otra razón, el sexo acabará siendo protagonista de nuestras conversaciones. No hay tema que dé más de sí que el sexo. Explicar éste fenómeno es fácil: el sexo apasiona a todo el mundo, no importa como ni quien sea tu interlocutor, si se habla de sexo, nos podrán dar las tantas y la charla todavía seguirá aportando algo que nos mantenga despiertos.
Los oídos despiertan ante la llamada del sexo. Si eres sordo, los ojos se ocuparán de leer en los labios. Si además de sordo eres ciego, no importa, la comprensión de la naturaleza humana respecto al sexo no tiene límites.
Cuando pruebas el sexo por primera vez, descubres sensaciones extraordinariamente placenteras que jamás habías sentido antes. Entonces quedas enganchado a él hasta el punto de que no pueda existir otra cosa en tu cabeza que no sea sexo, porque el sexo te parece algo insuperable y ese hecho no admite lugar a dudas.
Una vez probado el sexo descubres cuál es el verdadero sentido de la vida. Por eso decides que hay que seguir siempre con la sana costumbre de practicar el sexo. Pronto te das cuenta de que sabes de sexo tanto como tu hermano mayor.
Con el paso de los años descubres que tu vida no ha cambiado en nada, sigue siendo sexo, entonces te acabas convenciendo de que el sexo es la esencia de la vida y no vuelves a planteártelo más.
La búsqueda del sexo es el único motivo que une al hombre y la mujer. Para dos seres tan opuestos, buscarse con otro propósito que no sea sexo no lleva a ninguna parte. Hombre y mujer se reúnen para la práctica del sexo, ya sea manifestándolo como fierecillas salvajes, con galopes desenfrenados, gritos y gemidos, o de modo más contenido. No hay lugares estándar, ni hora ideal.
No tiene un momento fijo en el día, depende de cada uno, del tiempo que se tenga para entrar en el juego, etc. Hay que mantenerse a salvo de sus riesgos, o sería para nosotros insatisfactorio. Si lo que se quiere es mantener el rito insurgente y pleno del sexo utiliza el preservativo.
El sexo se entiende como un regalo a dar y recibir, lo mismo que se llenan las copas de vino y se sabe que es para beberlo. La forma en que nuestros abuelos han entendido el sexo ya pasó a la historia: la luz apagada, la dama debajo y el hombre, dominante, que abre las piernas de ella, y se introduce el erecto para satisfacerse a sí mismo, sin importarle para nada la mujer, la cual no apreciaba placer alguno porque estaba mal visto que así sucediera en las mujeres.
Tanto los hombres como las mujeres, pueden recurrir al sexo en igualdad de derechos. Pero quien abusa de su propia libertad sexual con menoscabo de la de los demás, será digno de ser escarmentado, y no le quedará más remedio que ser puesto a disposición de la ley.
Se han inventado un sinfín de posturas para el sexo, ya sea para variar, o con el fin de darle un aire de novedad que lo reverdezca, haciéndole recobrar la vitalidad perdida. Ha de tenerse siempre en cuenta que, la única intención del sexo es la de disfrutar.
Cada una de las posturas ha sido creada con ése objetivo, con una gran variedad de las mismas, por si alguna de las que a usted le apetece probar le pareciera irrealizable, se pueda intentar con la siguiente, siendo siempre positivos al preguntarse: ¿y por qué la siguiente no habrá de ser realizable? ¿Y por qué no hacerlo en grupo? Proponed. Pues acaso os complaceréis con ello. Y si la cama está vacía, no te derrumbes y piensa.
La cama es grande, sí, pero nadie ha venido elevarte hacia los techos. De lo que se trata es de concederse igualmente el gusto, pues de una u otra forma hay que conseguirlo. La pareja no es imprescindible. Creerlo puede ser un freno inconveniente para quien desee placer y no tiene con quien. Simplemente basta apreciar lo que valemos.
Al modo de lograrlo no hay que darle tanta importancia. En situaciones así, con nuestra única ayuda podemos vernos satisfechos a nosotros mismos, a nuestros deseos. No permitas que la ausencia de pareja te amargue el dulce. Adáptate a tu circunstancia y obtendrás con ello la ansiada recompensa.
El sexo es, además, el sustituto perfecto de la comida. Para quien está a dieta, practicarlo le hará olvidarse de ella. Además, el ejercicio del sexo le ayudará más pronto a quitarse esos kilos que tanto desea perder. Practicándolo con asiduidad, se llegará a conseguir un cuerpo perfecto antes de lo previsto por el dietético. Y digo más.
El sexo te aportará energía durante todo el día y no necesitarás suplemento vitamínico. Reivindica tu dosis de sexo para no tener que entrar a una farmacia y verte las caras con el farmacéutico o farmaceutita que tan mal te cae.
No obstante, quisiera resaltar que para la práctica del sexo, el aspecto físico es lo menos importante. Lo deseable del sexo no está reservado a lo “bello”. Si tu cuerpo no te parece atractivo y creyeras que no es digno de ser deseado, he de decirte que estás equivocado. Tu propia sexualidad cuenta con la suficiente atracción como para acaparar toda la atención de la pareja escogida.
Sino, ella se lo pierde. Insisto, réstale importancia al aspecto exterior y verás como el disfrute es mucho mayor. El atractivo físico es lo menos importante cuando se trata de practicar el sexo. El sexo aporta en nuestras vidas la alegría de vivir.
La vida nos da la oportunidad de disfrutarlo y no debemos desaprovechar la ocasión ¿Por qué renunciar el sexo? No existen razones de peso. El sexo es, bueno, bonito, y barato. Es bastante fácil caer en él, y además puede hacerse sin que te tachen de tipo raro. Todos tenemos derecho al sexo ¡No te olvides de eso!
(Anónima 69, Noviembre de 2007)
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