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Sahumerios y arrebatos

Ya ni lágrimas de cocodrilo hay para Lorca.

Hasta las lágrimas de cocodrilo se han acabado, el dinero no llega, las ayudas no aparecen, Lorca sigue devastada, las promesas, como es habitual, son solo agua de borrajas, es ahora cuando hay que levantar la voz por Lorca.

Cuando ocurrió la catástrofe me prometí no escribir sobre ella, pero sí hacerlo al cabo de unos meses porque sabía que ocurriría lo que está sucediendo. Los primeros días todos con Lorca, todos los políticos asegurando que pondrán toda la carne en el asador para solucionar rápidamente el desastre del terremoto pero al final la carne se la comen los de siempre a los que jamás les falta.

Publica Público un artículo titulado “Ningún edificio de Lorca ha sido aún reconstruido”, y comienza así:

Seis meses después del terremoto que asoló Lorca el pasado 11 de mayo, la localidad murciana parece más una zona de guerra que una ciudad en reconstrucción. Las ayudas prometidas no llegan y sólo el dinero de la solidaridad está permitiendo a unos pocos rehacer su vida. La crisis económica y el adelanto electoral la han condenado al olvido administrativo.

De 12.500 familias que han completado toda la farfolla burocrática para solicitar ayudas del Estado tan solo 217 han recibido esa ayuda. Sinvergüenzas que son todos. Ni crisis ni leches, para cientos de cosas más estrambóticas e innecesarias como las teles, los paneles solares y muchas otras no falta el dinero.

Aquí tenemos a un tipo, ZP se llama, que se gasta nuestros dineros, decenas de miles de millones de euros en salvar el planeta y la parte del planeta dañada que tiene más cerca le importa un pijo y que les den a todos los de Lorca. Era de prever y así es. Las lágrimas de cocodrilo se sueltan los primeros días y luego si te he visto no me acuerdo.

Ya digo, ahora es cuando deberíamos alzar la voz, gritar, exigir, reclamar y correr a gorrazos a todos esos políticos caraduras que nos gobiernan a todos los niveles. Pero ahí seguirán en Lorca, más solos que la una sabiendo que ya ni lágrimas de cocodrilo les darán.

Esta situación me ha traído a la memoria una anécdota de mi abuelo paterno Antonio Gil. Era mi abuelo un huertano con una retranca y una cachaza propia de los huertanos. Mi pueblo natal y el de mi abuelo es Ribera de Molina, una pedanía de Molina de Segura en Murcia. En la década de los 50 del pasado siglo ocurrieron varias gravísimas riadas que se llevaron por delante todas las cosechas.

Tras una de esas riadas apareció por el pueblo el gobernador civil con su comitiva para ver la cosa en toda su realidad. Iba andando la comitiva por la carretera y mi abuelo se puso al lado del gobernador caminando con él y le susurró “Que digo señor gobernador, que si van a mandar algunos dineros para ayuda que nos los den directamente aquí a los de la Ribera, porque si pasan por Molina se quedan allí y nunca las otras veces ha llegado aquí ni un real”. Cuentan los que cuentan la historia que a pique estuvo mi abuelo de ser detenido por su osadía.

¿En cuántos bolsillos se han quedado los dineros de Lorca señor presidente ZP?

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