Los rayos cósmicos hacen bueno al CO2 y joden el tinglado climático.

Se ha producido recientemente una gran noticia sobre el asunto del cambio climático, que como es habitual no publicarán los medios dedicados al acojonamiento climático porque atenta contra la tesis establecida de la aviesa maldad del CO2 señalado como responsable oficial del calentón y no se hable más.

Todo este gran camelo comenzó con una correlación, dijeron que se veía que subía a la par la concentración de CO2 en la atmósfera y la temperatura del planeta, y ¡tate!, concluyeron que el CO2 calienta el planeta y además de venenoso es muy malo.

Se montó el gran negocio, cientos de miles de personas comenzaron a vivir de ese momio y de ahí que se pusiesen a defender su tinglado con uñas y mentiras. A partir de ese momento era verdad todo lo que avalaba la tesis del CO2 culpable y era mentira todo lo que la contradecía y por tanto no era publicable en las revistas científicas.

Se han propuesto varias teorías para explicar los cambios en la temperatura media del planeta, pero una de las más verosímiles fue la del físico danés Henrik Svensmark, que postulaba ya por 1996 que los rayos cósmicos y la actividad solar influían en la creación de nubes y estas condicionaban la temperatura, a más nubes temperaturas más bajas y menos nubes mayor temperatura, por tanto a más rayos cósmicos menos temperatura.

Dejemos que el propio Svensmark lo explique en unas declaraciones a Muy Interesante:

“La idea básica es que la actividad solar puede hacer que aumente o disminuya la nubosidad, lo que a su vez tiene un efecto sobre el enfriamiento o el calentamiento de la superficie terrestre. Los agentes intermediarios son los rayos cósmicos, que provienen del medio interestelar, principalmente de las explosiones de las supernovas. Las partículas cósmicas tienen que entrar en la heliosfera –el espacio dominado por nuestra estrella– a través del viento solar –un plasma de electrones, núcleos atómicos y campos magnéticos que manan sin parar desde el Sol–. Si el viento solar es muy activo –como ahora–, no permite que muchos rayos cósmicos alcancen la Tierra. Esto significa que se formarán pocas nubes y el planeta estará más caliente. Si el viento solar no es tan activo, pueden llegar más rayos cósmicos. Esto implica que habrá más nubes reflejando hacia fuera la luz del Sol, y el planeta permanecerá más frío. Sabemos cómo la actividad solar influye en la cantidad de rayos cósmicos que llegan a la Tierra, ¿pero por qué estos afectan a las nubes? Cuando empecé, no había mecanismos para explicarlo, y los meteorólogos se negaban a considerar la cuestión.”

Svensmark propuso un mecanismo por el que los rayos cósmicos provocaban la creación de nubes. Los rayos cósmicos originan procesos de ionización en la atmósfera que conllevan la creación de aerosoles que actúan de núcleos de condensación sobre los que se forman las gotitas de agua que originan las nubes.

Realizó algunos experimentos que lo confirmaban, pero la noticia es que el CERN ha realizado un gran experimento, muy esperado, y sus resultados confirman que los rayos cósmicos influyen en la  formación de nubes y por tanto en el clima y dado que la actividad solar determina la cantidad de rayos cósmicos que llegan a la atmósfera, pues que a mayor actividad solar menos rayos cósmicos y por tanto menos nubes y por tanto temperaturas altas.

Y la correlación entre la actividad solar y el cambio de temperatura ahí está, a este paso el CO2 volverá a ser el gas de la vida y la mar de beneficioso.

Como dicen los acojonadores climáticos, la ciencia oficial ha hablado y el tinglado se ha jodido, solo falta por dilucidar cuánto del cambio climático es debido al mecanismo propuesto por Svensmark y cuanto al CO2. Lo que sí queda claro es que el IPCC en sus modelos no ha tenido ese factor en cuenta, un pequeño despiste, porque la cosa pinta muy mal para los modelos que no solo no dan una sino que además de ser una filfa lo que predicen no se cumple.

Ahora a esperar a ver la noticia en El País o en El Mundo.