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Sahumerios y arrebatos

La preocupante falibilidad de los testigos.

Hace un par de días viajábamos cuatro personas en coche desde Sanlúcar de Barrameda al aeropuerto de Sevilla. A la entrada de Sevilla se produjo un atasco en la autovía, andábamos despacio, en el coche se comentaba que podría haber un accidente y ciertamente lo había. Pasamos a poca velocidad junto a un coche accidentado, ya estaban allí dos vehículos de la Guardia Civil junto a otro coche parado.

En resumen, pasamos a 12 o 15 Km por hora a unos tres metros de distancia del coche accidentado, yo viajaba en la parte de atrás y llevaba la cámara de fotos en la mano e hice una foto. Se aceleró la marcha al desaparecer el tapón y mis compañeros de viaje se pusieron a comentar el asunto. Los tres coincidieron en que el accidente debió ser brutal porque el coche accidentado había quedado mirando en dirección opuesta a la de su marcha.

Personalmente no opiné sobre la cuestión de la posición en que había quedado el coche porque no me fijé al estar dedicado a hacer la foto y tampoco se me ocurrió mirar la foto en la misma cámara porque daba por seguro que el coche debía estar en la posición que afirmaban mis tres compañeros de viaje.



Ayer, cuando pasé la foto al ordenador y la vi quedé sorprendido porque el coche accidentado había quedado posicionado en la dirección de su marcha y la nuestra, mis tres compañeros estaban equivocados y no lo sabían. En la foto se puede apreciar que es bien visible el coche accidentado y la posición en que quedó está apreciablemente reforzada por el capó levantado y las puertas abiertas.

El hecho me ha hecho pensar sobre la falibilidad de los testigos ya que tres personas normales, sin mayor interés en el asunto, a los dos minutos de observar un accidente con detenimiento sobrado desde una distancia cortísima, aseguraron haber visto algo que no había ocurrido, y se dedicaron a elucubrar sobre qué habría pasado para que el coche accidentado diese la vuelta y quedase en dirección contraria a la de su marcha.

Sé que este es un asunto ampliamente estudiado, pero hasta ahora nunca había tenido una experiencia tan directa sobre su realidad y trascendencia sobre todo en juicios en los que se sentencia en base a declaraciones de testigos que seguro que no mienten conscientemente pero sus errores de percepción pueden llevar a dictaminar en falso.

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