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Sahumerios y arrebatos

Comulgando biocombustibles.

Mira que nos cuesta salvar el planeta, cada día nos lo ponen más difícil, con las ganas que tenemos todos en hacer lo que haya que hacer para dejar un planeta muy mucho más mejor a nuestros hijos. Hasta hace dos telediarios estábamos convencidos de que nos bastaba con poner en bolsas de basura diferenciadas y separadas nuestros residuos sólidos urbanos, la liturgia del aquí la lata, aquí el periódico usado y aquí las mondas de patata nos era más que suficiente para conseguir la ansiada paz de espíritu ecológico y dormir a pierna suelta en nuestro colchón de látex libre de ácaros como nuevos supermanes salvadores del planeta.

Pero, maldita sea, ese esfuerzo se ha visto que no es suficiente, y no porque tras la liturgia de la separación llevasen casi todas nuestras basuras al mismo vertedero y las reunificasen, sino porque debemos esforzarnos, para completar la liturgia, en incluir en ella la comunión. Ahora hay que comulgar biocombustibles y ya si, el planeta estará a salvo.

Descubierta la piedra filosofal de la biocombustión, solo nos falta que pongan surtidores de bioetanol o biodiesel en nuestras gasolineras para que invirtamos lo que nos pidan en modificar los motores de nuestros coches y podamos por fin circular con la cabeza bien alta, porque nos han dicho que lo bio no contamina nada de nada. Lo malo es que como todo lo del cambio climático, eso del biocombustible es otra más de las mentiras convertida en rueda de molino que nos tenemos que tragar.

En un planeta en el que un tercio de su población, o más, pasa hambre, los países ricos, para tranquilizar sus neuras ecológica van a quemar en sus coches lo que no pueden comer quienes van a hambrientos y a pie.

Las acciones de las azucareras suben como la espuma con el tirón bioecológico, la deforestación en Brasil se va multiplicar para disponer de millones y millones de nuevas hectáreas de tierras cultivables para producir bionegocio, las industrias transgénicas están esperando para hacer su agosto vendiendo semillas que minimizan el impacto ecológico, el grano se encarece y con ello el pan, el pollo y la tira de productos de primera necesidad más.

Y lo bonito del caso es que hay muchos científicos que dicen que los biocombustibles son mucho más contaminantes, en muchos aspectos, que los combustibles fósiles. Un estudio del Gabinete Belga de Asuntos Científicos indica que. "El biodiesel provoca más problemas de salud y ambientales porque crea una contaminación más pulverizada, libera más contaminantes que promueven la destrucción de la capa de ozono".

Hay muchos estudios sobre la escasa bondad ecológica del biocombustible, por ejemplo una profesora de la Universidad de Hong Kong, Wan-Ho, concluye que: "Los biocombustibles están siendo considerados erróneamente como 'neutros en carbono'. Se ignoran así los costes de las emisiones de CO2 y de energía de fertilizantes y pesticidas utilizados en las cosechas".

Pero frente a la brutal campaña mundial acerca de los efectos taumatúrgicos que tendrán sobre el planeta las nuevas bioenergías, solo podemos decir, ¡amen¡, y comenzar a comulgar diariamente y cuanto antes con bioetanol.

Me voy a permitir un final demagógico y antológico. Han calculado que el grano necesario para llenar solo una vez el depósito de un camión con bioetanol alimentaría a un hombre durante un año, y es que somos así.

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droga -

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