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Sahumerios y arrebatos

Muerte por estupefacción

Muerte por estupefacción

Su mente era una asombrosa almajara abonada con el estiércol de miles de noches en vela en la que crecían las semillas de la duda. Llegó a ser tan hábil en la tarea de aclarar dudas que ya a los 15 años había comprendido el misterio de la Santísima Trinidad. A los 18 comprendió el porqué si en el vacío no hay nada existía en él el frío, y el porque los kamikazes usaban casco. El cáncer que le fue corroyendo el hígado lo sobrellevó con entereza pues no le quedaba duda que aclarar. Con su último estertor le vino a la mente una duda aterradora, “la persona que hizo los zapatos de cristal de la Cenicienta ¿era zapatero o cristalero?”. Murió estupefacto

(orel, abril 2004)

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